El Estado neoliberal ha sumido a miles de maestros en la miseria economica, pese a ellos muchos maestros siguen su avance y desarrollo academico y politico... Ahora hemos iniciado una Huelga Nacional Indefinida hasta impedir que se aprueben la snefastas leyes antilaborales y de despidos masivos... y por la vigencia de la Ley del profesorado 24029.
Nélida,
la cocinera por horas.
Cada fin de semana, la profesora Nélida Álvarez Espinoza se ve
forzada a incorporarse a las filas de los cocineros del albergue del Hospital
de la Solidaridad de Surquillo. Viaja 30 kilómetros desde Collique, en Comas,
hasta la cuadra 7 de Angamos Este. Allí prepara desayunos, almuerzos y cenas
durante el día. Por ese trabajo, Nélida gana 35 soles los sábados y 50 los
domingos. En estos meses no ha faltado un día, pues aún no le depositan ni el
primer sueldo de este año por su trabajo como profesora en el Colegio 2060
Virgen de Guadalupe, de Collique. Nélida confía que este mes su situación se
regularice.
En dicho centro educativo, Nélida es la maestra de sexto grado
de primaria. Enseña Comunicación, Ciencia y Ambiente, Matemática, Religión y
Arte. El único curso que no dicta es Educación Física. Casualmente, esta es la
disciplina que la acercó hacia la educación. En su natal Jauja, en Junín, esa
era la única facultad de su futura alma máter, la Universidad Enrique Guzmán y
Valle, La Cantuta, que llamó su atención.
Nélida no goza de estabilidad laboral. No ha logrado que la
nombren porque no pudo complementar sus estudios con cursos de actualización.
Los únicos cartones que ha logrado conseguir después de graduarse los obtuvo en
los talleres que organiza el Sutep.
Durante los últimos trece años, todos los veranos Nélida ha
postulado para volver a ser contratada en reemplazo de algún docente con
licencia. En el 2011 y 2012 tuvo suerte, pues logró contratos por el año
completo gracias al resultado de sus evaluaciones: 13,8 y 14,6,
respectivamente. Pero en 2010 no le fue bien. Solo logró un contrato de dos
meses, y tuvo que recursearse como cocinera y profesora en pequeños colegios
particulares, en los que la maltrataban y le pagaban 450 nuevos soles
mensuales.
Su salario como profesora del Estado es deprimente. Apenas gana
mil diez nuevos soles, y no tiene esperanza de elevar significativamente ese
monto, a menos que logre ser nombrada y ascienda en la carrera magisterial.
Nélida vive en el segundo piso de una casa que su ex esposo le cedió para
alojar a los cuatro hijos que tienen en común.
Raúl,
el vendedor de DVDs
Un cerrito de monedas doradas de diez céntimos sobre su cómoda
es el único ahorro que tiene el profesor huancavelicano Raúl Espinoza. No son
más de cuarenta las monedas que brillan en el opaco cuarto de doce metros
cuadrados que alquila por ciento ochenta nuevos soles en el segundo piso de una
casa en El Agustino. Es todo lo que le ha quedado del sueldo de julio, recibió
1.310 nuevos soles, incluida la gratificación de Fiestas Patrias.
Su sueldo se estira angustiosamente durante 30 días. Además del
alquiler, gasta 100 soles en pasajes, 400 en alimentación y le envía 300 a la
madre de sus dos hijos. Para ahorrar un poco, toma desayuno de dos soles en una
carretilla en la avenida Brasil y algunos días intenta almorzar el menú de dos
soles en el comedor popular de su barrio.
Los fines de semana, Raúl acude a la tienda de un amigo
comerciante en Polvos Azules para ayudarlo a vender DVDs. Si las ventas fueron
buenas, recibe un máximo de 30 soles por día. De lo contrario, solo 20 soles
por doce horas de trabajo. Esta fue su primera ocupación cuando llegó a Lima
hace cuatro años dejando a su familia en Huamanga, Ayacucho.
De lunes a viernes, Raúl se dedica por completo a la enseñanza
en los colegios públicos. Por ahora no quiere enseñar en academias porque sabe
que eso disminuiría la cantidad de tiempo dedicada a la preparación de sus
clases. Sale de su casa a las seis y media para llegar a tiempo al colegio José
Santos Chocano de Pueblo Libre. Allí enseña Matemática, Educación Física y
Educación para el Trabajo a alumnos de secundaria. Se retira a la una y media,
y va a su casa a preparar sus clases del día siguiente. Uno de los materiales
que más atesora es una copia de los ejercicios de la academia Trilce que
consiguió en las galerías de la avenida Wilson. En su computadora adapta esas
clases a un programa que sus alumnos utilizan en las laptops del colegio. Por
las tardes, entrena a sus alumnos para que participen en concursos de
matemática y deportes, aunque no recibe ningún dinero extra.
Desde el 2006 hasta la fecha, solo le han aumentado 35 soles.
Raúl se siente feliz con su trabajo, pero le inquieta no haber sido nombrado
aún. Aunque su sueldo está congelado, él asegura que no intentará hacer trampa
en los exámenes de clasificación, algo que sí han intentado otros colegas
suyos.
Abel y
su suerte engañosa
Fue el primer profesor en llegar hace 23 años al colegio Visión
Mundial, en Nueva Caja de Agua, en los márgenes del río Rímac. Desde esa época,
el olor a quemado penetraba los pulmones de Abel Núñez Gonza. Una metalúrgica y
una fábrica de papel operan a escasas cuadras del centro educativo, pese a los
continuos reclamos de profesores, padres y vecinos.
Él tiene la suerte que los anteriores envidian. Es nombrado y
por las mañanas trabaja en un buen colegio privado de la zona. Pero con ambos
trabajos no supera los 2.500 soles al mes. Aún no ha podido terminar de techar
el espacio de cuarenta metros cuadrados que su madre le cedió en el segundo
piso de su casa para que viva con su esposa e hija.
Años atrás, él fue director de ese colegio, pero prefirió no
continuar en el puesto porque esa carga administrativa era retribuida con un
monto insignificante. El actual director recibe cuarenta y cinco soles
adicionales a su sueldo de profesor nombrado, pues el colegio tiene menos de
veinte secciones. Por eso Abel optó por buscar una plaza en un colegio privado
aprovechando la maestría que tiene en la Universidad Católica.
Abel comenta que la mayoría de profesores sobrevive prestándose
dinero. Las ofertas de créditos les llueven de entidades bancarias y de la
Derrama Magisterial. Desesperados por el bajo sueldo, muchos se endeudan hasta
el cuello.
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